por carlota elena guerrero
El hígado interviene en casi
absolutamente todas las funciones del organismo, ya sea directa o indirectamente
siendo el verdadero laboratorio químico del cuerpo.
Entre las funciones del
hígado se encuentra la de filtrar la sangre y eliminar de ella todos los
residuos tóxicos que contenga.
Otra de sus funciones es la
producción de bilis cuya tarea es emulsionar las grasas para su posterior
digestión. La bilis no utilizada se guarda en la vesícula biliar. Una falta de
bilis o una falta de secreción biliar suficiente traerá como consecuencia un
fallo en la digestión de las grasas, las cuales pasarán al intestino sin ser
modificadas ni absorbidas y serán evacuadas. Cuando esto sucede las heces se
presentan de color blanco o amarillo, son grasientas y con muy mal olor. Las
grasas deben ser absorbidas en el tracto gastro-intestinal y no deben pasar al
intestino sin ser digeridas puesto que la mucosa intestinal y su flora bacteriana
no están diseñadas para realizar esta función, lo cual se traduce en problemas
intestinales. Por otra parte una mala absorción de las grasas implica una mala
absorción de las vitaminas liposolubles
A causa del colesterol
contenido en la bilis se forman tanto en el hígado como en la vesícula unas
masas verdes de diferentes tamaños conocidas como cálculos biliares.
Deshacernos de estos cálculos beneficiará no sólo la digestión sino la salud
total del organismo. (Ir
a la cura natural de la vesícula biliar).
Algunas enfermedades que se
derivan de un mal funcionamiento del hígado
Obesidad o delgadez extrema:
por retener demasiadas grasas y no destruir el excedente o por no producir
todas las que el cuerpo necesita.
Anemia. El hígado es el
encargado de destruir los glóbulos rojos degradados y de secretar, con los
materiales de éstos, una sustancia que estimule la elaboración de glóbulos
nuevos.
Diabetes: por su acción en
el metabolismo del azúcar.
Apendicitis: la inflamación
o infección del apéndice puede deberse a una insuficiente secreción de bilis
por sus propiedades antisépticas.
Uremia, uricemia, acidosis;
alcalosis (medio favorable para el desarrollo del cáncer), hipercolesterolemia,
hiperglucemia (glucosa en la sangre). Todas ellas caen bajo la denominación de
“toxicosis” debido a que se originan por un fallo de la capacidad del hígado en
sus funciones de
transformación, regulación o síntesis, dando lugar a una intoxicación de la sangre.
Trastornos de la vista, afecciones del oído, hinchazón de las piernas (edemas), hipertensión, arteriosclerosis, asma, enfermedades de la piel, reumatismo, malestares relacionados con la menstruación, debilidad muscular, várices, hemorroides, celulitis, amigdalitis, sinusitis, bronquitis crónica, esterilidad e impotencia, tuberculosis, cáncer.
transformación, regulación o síntesis, dando lugar a una intoxicación de la sangre.
Trastornos de la vista, afecciones del oído, hinchazón de las piernas (edemas), hipertensión, arteriosclerosis, asma, enfermedades de la piel, reumatismo, malestares relacionados con la menstruación, debilidad muscular, várices, hemorroides, celulitis, amigdalitis, sinusitis, bronquitis crónica, esterilidad e impotencia, tuberculosis, cáncer.
La excesiva sensibilidad a
la picadura de los insectos puede deberse a desarreglos hepáticos.
Muchas de estas enfermedades
son atribuidas al mal funcionamiento de otros órganos, pero de manera indirecta
el factor inicial siempre es un desarreglo del hígado.
¿Qué cosas afectan al
hígado?
El alcohol es el enemigo
número uno del hígado. Numerosas observaciones científicas han demostrado el
devastador efecto del alcohol no sólo en el hígado sino en todos los órganos.
La carne es nefasta para el
hígado por varias razones.
Los intestinos del ser
humano son largos tardando en vaciarse muchas horas y la putrefacción de la
carne es muy rápida por lo que permanece en el intestino demasiado tiempo en
estado de descomposición. Esto produce toxinas que son transferidas del
intestino a la sangre y luego filtradas por el hígado, en una labor innecesaria
y agotadora.
Otra razón es el elevado
grado de ácido úrico que contiene la carne, así como algunas sustancias que son
segregadas en el momento de la muerte del animal, como la cadaverina: una
hormona sumamente tóxica que promueve la descomposición de la carne.
También hay que considerar
los antibióticos, hormonas y demás fármacos que se administran a los animales
para mantenerlos sanos y hacerlos engordar. Éstos pasan directamente a la carne
y a la leche del animal y luego, inevitablemente, a la persona que come esa
carne contaminada químicamente. Esto es peligroso no sólo por la intoxicación
química que significa sino que, en el caso de los antibióticos, provoca un
fenómeno de resistencia en el sistema del ser humano, de modo que los
antibióticos prescritos por el médico para combatir alguna enfermedad dejan de
ser efectivos. Los medicamentos y alimentos químicos terminan inevitablemente
en el hígado, el cual ha de humanizar sus componentes, neutralizar lo que no es
asimilable y eliminar los residuos de la síntesis.
Los antibióticos en
particular, destruyen la flora bacteriana intestinal, provocando la
proliferación de los colibacilos que causan graves afecciones intestinales y
urinarias. La bilis es la que regula este medio, siempre y cuando esté sana y
normal.
Los alimentos
desnaturalizados como las margarinas, los aceites hidrogenados, el café, la
leche, el azúcar blanco, el pan blanco, la pastelería, el chocolate, la comida enlatada o procesada, etc.
leche, el azúcar blanco, el pan blanco, la pastelería, el chocolate, la comida enlatada o procesada, etc.
El exceso en la cocción de
los alimentos destruye, además de vitaminas y otros nutrientes, los fermentos y
enzimas necesarias para la digestión.
El agotamiento físico, los
excesos alimenticios, la vida sedentaria, el tabaco, el estrés en todas sus
formas perjudican el hígado.
¿Qué cosas benefician al
hígado?
Las frutas y verduras
frescas; las frutas oleaginosas; los cereales integrales; los aceites de
primera presión en frío; la leche fermentada como el yogur; la leche cortada como
el requesón, ricota o cuajada; la mantequilla cruda.
Los huevos, de gallinas
sanas y libres, son buenos pero deben consumirse con moderación: tres o cuatro
a la semana suelen ser suficientes.
Las aceitunas, especialmente
las negras, son un excelente alimento para el hígado.
Respecto a la intolerancia
de algunas frutas y verduras que ocasionan gases, acidez y otros efectos no
deseados: no significa que sean malas para el hígado, sino que el cuerpo
enfermo no está en condiciones de asimilarlas correctamente por lo que habrá
que ir introduciéndolas en la dieta poco a poco a medida que el hígado comience
a mejorar.
Alimentos curativos para el
hígado
El limón estimula,
descongestiona y drena el hígado. El zumo de un limón o de ½ limón disuelto en
un vaso de agua caliente es el mejor auxiliar de la digestión debido a la
secreción biliar que provoca. La cáscara del limón rallada es un buen remedio
contra la insuficiencia hepática.
La zanahoria cruda, tanto
rallada como en zumo aumenta la secreción biliar y no debe faltar en una dieta
regeneradora del hígado.
El rábano es curativo
si se toma en pequeñas cantidades; si se consume en exceso daña el hígado.
Las naranjas; las uvas: que
facilitan la secreción biliar; las fresas; las aceitunas negras; el tomate:
gran neutralizador de toxinas; la alcachofa; la remolacha; el apio que drena el
hígado; el espárrago: alimento y medicamento; la cebolla con su glucoquinina
que contribuye a la curación de la diabetes, son excelentes amigos del hígado.
El ajo, las coles y la
cebolla aportan azufre: mineral necesario para la función de síntesis del
hígado.
El diente de león, la
achicoria y por lo general todas las hojas amargas ayudan en el
restablecimiento de las funciones hepáticas. Para obtener todo su beneficio es
mejor ingerirlas crudas en ensaladas.
Régimen alimenticio para los
enfermos del hígado
No se debe abandonar el
régimen alimenticio ni siquiera por un día, porque volveríamos al principio
otra vez. En términos generales es bueno tomar una infusión de las
hierbas indicadas ½ hora antes de las comidas y agua con limón después de las
comidas.
Beber abundante agua de
manantial a temperatura ambiente o caliente varias veces al día. Se le
puede añadir el zumo de ½ limón. Los enfermos del hígado suelen retener
líquidos por lo que habrá que observar su eliminación.
En la “Cura
para eliminar las piedras de riñón y vejiga” se detallan plantas
beneficiosas para el riñón.
Las grasas que convienen a
los hepáticos son: el aceite de oliva, la mantequilla, la nata y las frutas
oleaginosas crudas. Se deben evitar las grasas animales, las margarinas, los
aceites hidrogenados y los aceites que no sean de primera presión en frío. El
aceite de oliva es además de alimento un medicamento muy valioso para los
enfermos
del hígado ya que es laxante
y facilita la secreción biliar.
Las vitaminas son
importantes en las enfermedades del hígado, muy especialmente la A, la C, la E,
la K y la familia de las B.
Se deben empezar las comidas
con una ensalada cruda para preparar el sistema digestivo. Ir a “Leucocitosis
prandial”
Ejemplo de dieta sana y
curativa
Desayuno: un vaso de zumo de
zanahorias solas o con remolachas y manzanas. Infusión de manzanilla con un par
de tostadas de pan integral.
Al mediodía: una sopa de
verduras, arroz integral o papas cocidas con la piel, junto con una ensalada
cruda que contenga achicoria, zanahoria, alcachofas, etc. Evitar los postres y
las frutas. Estas últimas es mejor comerlas lejos de las comidas o con el
desayuno, siempre y cuando se toleren bien.
Cena: sopa de avena o arroz
integral con un poco de verdura.
Los enfermos leves del
hígado pueden tomar en ayunas un vaso de zumo de limón diluido en agua; también
pueden tomar frutas y sus jugos en el desayuno o a media-mañana.
Plantas medicinales para el
hígado
Romero: es de las mejores
plantas para el hígado, actúa en la congestión del hígado, insuficiencia
biliar, cirrosis, etc. Se toma en infusión: una cucharadita de hierba en
una taza de agua hirviendo, dejar reposar 10 minutos. Se puede tomar en
infusión una combinación de romero + tomillo + menta en partes iguales.
Las hojas de alcachofa son
conocidas por estimular las funciones hepáticas y son excelentes contra la
acumulación de colesterol en la sangre. Se prepara en infusión igual a la
anterior.
Otras plantas beneficiosas
son: fumaria, poleo, boldo, hojas de olivo, diente de león.
Para mantener limpio el
hígado es conveniente comer todos los días en ayunas un trozo de unos 5x5 cm de
pulpa de Aloe Vera (Sábila). Se puede tomar con un vaso de agua caliente.
Otras prácticas terapéuticas
Es crucial cambiar el modo
vida hacia otro en armonía con la naturaleza. En las afecciones del hígado son
importantes los baños de sol, de aire y llevar una vida tranquila. Con los
remedios naturales prescritos podremos salir temporalmente de un ataque al
hígado pero no lograremos una curación verdadera si no llevamos una vida sana.
Ver: Decálogo
naturista.
Debemos erradicar el
estreñimiento si queremos curar el hígado, ya que unos intestinos cargados de
materia tóxica envenenan la sangre y dan trabajo innecesario y agotador al
hígado: el filtro depurador del organismo. Es cierto que un mal funcionamiento
del hígado puede provocar estreñimiento, por lo que habrá que estar atentos al
cuidado de ambos órganos a la vez. Ir a la Cura
natural del estreñimiento.
Evitar el sedentarismo nos
acercará rápidamente a la curación. Son recomendables las caminatas al aire
libre o la gimnasia suave como el Yoga, el Qi Gong o el Tai Chí. La danza del
vientre o danza árabe es una alternativa excelente. No son muy recomendables
los ejercicios aeróbicos o de mucha intensidad, ya que producen materiales de
desecho en las células que el
hígado debe procesar.
Son aconsejables algunas
técnicas
respiratorias del yoga que
masajean el hígado y aportan oxígeno a la sangre, tales como la “Respiración
abdominal” y la “Respiración
yóguica completa”
Los baños de asiento, las
fricciones frías y las cataplasmas tanto de barro como de paños mojados ayudan
a descongestionar el hígado y los intestinos.
Debemos cuidar las emociones
ya que el enfado, las preocupaciones y el miedo afectan el funcionamiento del
hígado.
Qué hacer ante un ataque al
Hígado
Ante un fuerte trastorno
hepático una dieta de zanahoria de uno o dos días de duración puede obrar
milagros. Los días siguientes se aconseja consumir vegetales amargos como
alcachofas, achicoria, diente de león y zanahorias con algo de pan integral.
Se deben suprimir de la
dieta las grasas saturadas de origen animal, frituras, dulces, incluso frutas y
zumos de frutas y cualquier bebida excitante como así también los condimentos
picantes. El alcohol está prohibido si queremos curarnos del hígado.
Ingerir en ayunas 1
cucharada de aceite de oliva mezclada con 1 cucharada de zumo de limón.
Una buena práctica con resultados rápidos y profundos es ayunar bebiendo solamente agua durante un par de días hasta que el hígado se normalice solo.
Una buena práctica con resultados rápidos y profundos es ayunar bebiendo solamente agua durante un par de días hasta que el hígado se normalice solo.
Cataplasma
de barro durante toda la noche sobre la región hepática. Alternar
cataplasma de barro con cataplasma de pulpa de chumbera, planta de tuna o
nopal, e ingerir jugo de la misma.
La cataplasma de tuna se
realiza troceando la pulpa de sus hojas. La colocamos sobre una tela y
luego la aplicamos directamente sobre la piel ayudándonos con la tela. Se puede
envolver todo el cuerpo sujetando con una tela larga la cataplasma para poder
dormir con ella.
Inflamación de la vesícula
biliar
Ante una inflamación de la
vesícula biliar la aplicación de compresas con leche fría ayuda a detener el
dolor. Si la inflamación es muy intensa se debe cambiar la compresa en cuanto
notemos que se ha calentado, ya que pierde su efecto sedante.
La compresa se lleva a cabo
sumergiendo un pedazo pequeño de tela en un recipiente con leche fría; se
escurre y se aplica sobre la zona dolorida.
Estas compresas son tan
efectivas que la inflamación cede y desaparece a las pocas horas.
Bibliografía consultada:
Sintes Pros: Régimen y
cocina para curar las enfermedades del hígado
Raymond Dextreit: Proteger
el hìgado
José Castro: Tratado
completo de trofoterapia moderna
Dr Vogel: El pequeño doctor