27 de septiembre de 2011

Tratamiento natural del hígado




por carlota elena guerrero
El hígado interviene en casi absolutamente todas las funciones del organismo, ya sea directa o indirectamente siendo el verdadero laboratorio químico del cuerpo.
Es difícil creer que problemas como el reumatismo, el asma, el ácido úrico o el colesterol, puedan estar relacionados con un mal funcionamiento del hígado. Sin embargo el hígado rara vez duele y no siempre nos advierte que algo va mal con él. Las afecciones del hígado pueden manifestarse con dolor abdominal o de la región hepática y con una coloración amarilla en la piel y en el blanco de los ojos.
Entre las funciones del hígado se encuentra la de filtrar la sangre y eliminar de ella todos los residuos tóxicos que contenga.

Otra de sus funciones es la producción de bilis cuya tarea es emulsionar las grasas para su posterior digestión. La bilis no utilizada se guarda en la vesícula biliar. Una falta de bilis o una falta de secreción biliar suficiente traerá como consecuencia un fallo en la digestión de las grasas, las cuales pasarán al intestino sin ser modificadas ni absorbidas y serán evacuadas. Cuando esto sucede las heces se presentan de color blanco o amarillo, son grasientas y con muy mal olor. Las grasas deben ser absorbidas en el tracto gastro-intestinal y no deben pasar al intestino sin ser digeridas puesto que la mucosa intestinal y su flora bacteriana no están diseñadas para realizar esta función, lo cual se traduce en problemas intestinales. Por otra parte una mala absorción de las grasas implica una mala absorción de las vitaminas liposolubles
A causa del colesterol contenido en la bilis se forman tanto en el hígado como en la vesícula unas masas verdes de diferentes tamaños conocidas como cálculos biliares. Deshacernos de estos cálculos beneficiará no sólo la digestión sino la salud total del organismo. (Ir a la cura natural de la vesícula biliar).

Algunas enfermedades que se derivan de un mal funcionamiento del hígado
Obesidad o delgadez extrema: por retener demasiadas grasas y no destruir el excedente o por no producir todas las que el cuerpo necesita.
Anemia. El hígado es el encargado de destruir los glóbulos rojos degradados y de secretar, con los materiales de éstos, una sustancia que estimule la elaboración de glóbulos nuevos.
Diabetes: por su acción en el metabolismo del azúcar.
Apendicitis: la inflamación o infección del apéndice puede deberse a una insuficiente secreción de bilis por sus propiedades antisépticas.
Uremia, uricemia, acidosis; alcalosis (medio favorable para el desarrollo del cáncer), hipercolesterolemia, hiperglucemia (glucosa en la sangre). Todas ellas caen bajo la denominación de “toxicosis” debido a que se originan por un fallo de la capacidad del hígado en sus funciones de
transformación, regulación o síntesis, dando lugar a una intoxicación de la sangre.
Trastornos de la vista, afecciones del oído, hinchazón de las piernas (edemas), hipertensión, arteriosclerosis, asma, enfermedades de la piel, reumatismo, malestares relacionados con la menstruación, debilidad muscular, várices, hemorroides, celulitis, amigdalitis, sinusitis, bronquitis crónica,  esterilidad e impotencia,  tuberculosis, cáncer. 
La excesiva sensibilidad a la picadura de los insectos puede deberse a desarreglos hepáticos.
Muchas de estas enfermedades son atribuidas al mal funcionamiento de otros órganos, pero de manera indirecta el factor inicial siempre es un desarreglo del hígado.

¿Qué cosas afectan al hígado?
El alcohol es el enemigo número uno del hígado. Numerosas observaciones científicas han demostrado el devastador efecto del alcohol no sólo en el hígado sino en todos los órganos.
La carne y las grasas animales
La carne es nefasta para el hígado por varias razones.
Los intestinos del ser humano son largos tardando en vaciarse muchas horas y la putrefacción de la carne es muy rápida por lo que permanece en el intestino demasiado tiempo en estado de descomposición. Esto produce toxinas que son transferidas del intestino a la sangre y luego filtradas por el hígado, en una labor innecesaria y agotadora.
Otra razón es el elevado grado de ácido úrico que contiene la carne, así como algunas sustancias que son segregadas en el momento de la muerte del animal, como la cadaverina: una hormona sumamente tóxica que promueve la descomposición de la carne.
También hay que considerar los antibióticos, hormonas y demás fármacos que se administran a los animales para mantenerlos sanos y hacerlos engordar. Éstos pasan directamente a la carne y a la leche del animal y luego, inevitablemente, a la persona que come esa carne contaminada químicamente. Esto es peligroso no sólo por la intoxicación química que significa sino que, en el caso de los antibióticos, provoca un fenómeno de resistencia en el sistema del ser humano, de modo que los antibióticos prescritos por el médico para combatir alguna enfermedad dejan de ser efectivos. Los medicamentos y alimentos químicos terminan inevitablemente en el hígado, el cual ha de humanizar sus componentes, neutralizar lo que no es asimilable y eliminar los residuos de la síntesis.
Los antibióticos en particular, destruyen la flora bacteriana intestinal, provocando la proliferación de los colibacilos que causan graves afecciones intestinales y urinarias. La bilis es la que regula este medio, siempre y cuando esté sana y normal.
Los alimentos desnaturalizados como las margarinas, los aceites hidrogenados, el café, la
leche, el azúcar blanco, el pan blanco, la pastelería, el chocolate, la comida enlatada o procesada, etc.
El exceso en la cocción de los alimentos destruye, además de vitaminas y otros nutrientes, los fermentos y enzimas necesarias para la digestión.
El agotamiento físico, los excesos alimenticios, la vida sedentaria, el tabaco, el estrés en todas sus formas perjudican el hígado.

¿Qué cosas benefician al hígado?
Las frutas y verduras frescas; las frutas oleaginosas; los cereales integrales; los aceites de primera presión en frío; la leche fermentada como el yogur; la leche cortada como el requesón, ricota o cuajada; la mantequilla cruda.
Los huevos, de gallinas sanas y libres, son buenos pero deben consumirse con moderación: tres o cuatro a la semana suelen ser suficientes. 
Las aceitunas, especialmente las negras, son un excelente alimento para el hígado.
Respecto a la intolerancia de algunas frutas y verduras que ocasionan gases, acidez y otros efectos no deseados: no significa que sean  malas para el hígado, sino que el cuerpo enfermo no está en condiciones de asimilarlas correctamente por lo que habrá que ir introduciéndolas en la dieta poco a poco a medida que el hígado comience a mejorar. 

Alimentos curativos para el hígado
El limón estimula, descongestiona y drena el hígado. El zumo de un limón o de ½ limón disuelto en un vaso de agua caliente es el mejor auxiliar de la digestión debido a la secreción biliar que provoca. La cáscara del limón rallada es un buen remedio contra la insuficiencia hepática.
La zanahoria cruda, tanto rallada como en zumo aumenta la secreción biliar y no debe faltar en una dieta regeneradora del hígado.
 El rábano es curativo si se toma en pequeñas cantidades; si se consume en exceso daña el hígado.
Las naranjas; las uvas: que facilitan la secreción biliar; las fresas; las aceitunas negras; el tomate: gran neutralizador de toxinas; la alcachofa; la remolacha; el apio que drena el hígado; el espárrago: alimento y medicamento; la cebolla con su glucoquinina que contribuye a la curación de la diabetes, son excelentes amigos del hígado.
El ajo, las coles y la cebolla aportan azufre: mineral necesario para la función de síntesis del hígado.
El diente de león, la achicoria y por lo general todas las hojas amargas ayudan en el restablecimiento de las funciones hepáticas. Para obtener todo su beneficio es mejor ingerirlas crudas en ensaladas.

Régimen alimenticio para los enfermos del hígado 
No se debe abandonar el régimen alimenticio ni siquiera por un día, porque volveríamos al principio otra vez. En términos generales es bueno tomar una infusión de  las hierbas indicadas ½ hora antes de las comidas y agua con limón después de las comidas.
Beber abundante agua de manantial a temperatura ambiente o caliente  varias veces al día. Se le puede añadir el zumo de ½ limón. Los enfermos del hígado suelen retener líquidos por lo que  habrá que observar su eliminación. 
En la “Cura para eliminar las piedras de riñón y vejiga” se detallan plantas beneficiosas para el riñón.
Una copita de jugo de alcachofas crudas es el mejor preventivo de las enfermedades hepáticas y estimulante del apetito.
Las grasas que convienen a los hepáticos son: el aceite de oliva, la mantequilla, la nata y las frutas oleaginosas crudas. Se deben evitar las grasas animales, las margarinas, los aceites hidrogenados y los aceites que no sean de primera presión en frío. El aceite de oliva es además de alimento un medicamento muy valioso para los enfermos
del hígado ya que es laxante y facilita la secreción biliar.
Las vitaminas son importantes en las enfermedades del hígado, muy especialmente la A, la C, la E, la K y la familia de las B.
Se deben empezar las comidas con una ensalada cruda para preparar el sistema digestivo.  Ir a “Leucocitosis prandial”

Ejemplo de dieta sana y curativa
Desayuno: un vaso de zumo de zanahorias solas o con remolachas y manzanas. Infusión de manzanilla con un par de tostadas de pan integral.
Al mediodía: una sopa de verduras, arroz integral o papas cocidas con la piel, junto con una ensalada cruda que contenga achicoria, zanahoria, alcachofas, etc. Evitar los postres y las frutas. Estas últimas es mejor comerlas lejos de las comidas o con el desayuno, siempre y cuando se toleren bien.
Cena: sopa de avena o arroz integral con un poco de verdura.
Los enfermos leves del hígado pueden tomar en ayunas un vaso de zumo de limón diluido en agua; también pueden tomar frutas y sus jugos en el desayuno o a media-mañana.

Plantas medicinales para el hígado  
Romero: es de las mejores plantas para el hígado, actúa en la congestión del hígado, insuficiencia biliar, cirrosis, etc.  Se toma en infusión: una cucharadita de hierba en una taza de agua hirviendo, dejar reposar 10 minutos. Se puede tomar en infusión una combinación de romero + tomillo + menta en partes iguales. 
Las hojas de alcachofa son conocidas por estimular las funciones hepáticas y son excelentes contra la acumulación de colesterol en la sangre. Se prepara en infusión igual a la anterior.
Otras plantas beneficiosas son: fumaria, poleo, boldo, hojas de olivo, diente de león.
Para mantener limpio el hígado es conveniente comer todos los días en ayunas un trozo de unos 5x5 cm de pulpa de Aloe Vera (Sábila). Se puede tomar con un vaso de agua caliente. 

Otras prácticas terapéuticas 
Es crucial cambiar el modo vida hacia otro en armonía con la naturaleza. En las afecciones del hígado son importantes los baños de sol, de aire y llevar una vida tranquila. Con los remedios naturales prescritos podremos salir temporalmente de un ataque al hígado pero no lograremos una curación verdadera si no llevamos una vida sana. Ver: Decálogo naturista.

Debemos erradicar el estreñimiento si queremos curar el hígado, ya que unos intestinos cargados de materia tóxica envenenan la sangre y dan trabajo innecesario y agotador al hígado: el filtro depurador del organismo. Es cierto que un mal funcionamiento del hígado puede provocar estreñimiento, por lo que habrá que estar atentos al cuidado de ambos órganos a la vez. Ir a la Cura natural del estreñimiento.

Evitar el sedentarismo nos acercará rápidamente a la curación. Son recomendables las caminatas al aire libre o la gimnasia suave como el Yoga, el Qi Gong o el Tai Chí. La danza del vientre o danza árabe es una alternativa excelente. No son muy recomendables los ejercicios aeróbicos o de mucha intensidad, ya que producen materiales de desecho en las células que el
hígado debe procesar.

Son aconsejables algunas técnicas
respiratorias del yoga que masajean el hígado y aportan oxígeno a la sangre, tales como la “Respiración abdominal” y la “Respiración yóguica completa” 

 Los baños de asiento, las fricciones frías y las cataplasmas tanto de barro como de paños mojados ayudan a descongestionar el hígado y los intestinos.
Debemos cuidar las emociones ya que el enfado, las preocupaciones y el miedo afectan el funcionamiento del hígado.

Qué hacer ante un ataque al Hígado 
Ante un fuerte trastorno hepático una dieta de zanahoria de uno o dos días de duración puede obrar milagros. Los días siguientes se aconseja consumir vegetales amargos como alcachofas, achicoria, diente de león y zanahorias con algo de pan integral.
Se deben suprimir de la dieta las grasas saturadas de origen animal, frituras, dulces, incluso frutas y zumos de frutas y cualquier bebida excitante como así también los condimentos picantes. El alcohol está prohibido si queremos curarnos del hígado.
Ingerir en ayunas 1 cucharada de aceite de oliva mezclada con 1 cucharada de zumo de limón. 
Una buena práctica con resultados rápidos y profundos es ayunar bebiendo solamente agua durante un par de días hasta que el hígado se normalice solo.

Cataplasma de barro durante toda la noche sobre la región hepática. Alternar cataplasma de barro con cataplasma de pulpa de chumbera, planta de tuna o nopal, e ingerir jugo de la misma. 
La cataplasma de tuna se realiza troceando la pulpa de sus hojas. La colocamos sobre una tela y luego la aplicamos directamente sobre la piel ayudándonos con la tela. Se puede envolver todo el cuerpo sujetando con una tela larga la cataplasma para poder dormir con ella. 

Inflamación de la vesícula biliar
Ante una inflamación de la vesícula biliar la aplicación de compresas con leche fría ayuda a detener el dolor. Si la inflamación es muy intensa se debe cambiar la compresa en cuanto notemos que se ha calentado, ya que pierde su efecto sedante.
La compresa se lleva a cabo sumergiendo un pedazo pequeño de tela en un recipiente con leche fría; se escurre y se aplica sobre la zona dolorida.
Estas compresas son tan efectivas que la inflamación cede y desaparece a las pocas horas.



Bibliografía consultada:

Sintes Pros: Régimen y cocina para curar las enfermedades del hígado

Raymond Dextreit: Proteger el hìgado

José Castro: Tratado completo de trofoterapia moderna

Dr Vogel: El pequeño doctor